sábado, 25 de octubre de 2014

Montenegro


No tengo un recuerdo muy seguro de haber leído la obra de Valle Inclán, aunque supongo que algo chafardeé en la época en la que tenía "librorexia" (sí, esa fue toda mi rebeldía adolescente...).  Lo que estoy seguro recordaré siempre es esta MARAVILLA de producción, y como cuando se me amontonan las ideas y empiezan a salirme frases eternas que dejan sin resuello aunque se lean por dentro (lo estoy volviendo a hacer)... lo mejor que puedo hacer es un listado, ahí va:
  • Perfecta muestra de todo lo que supone Valle Inclán (costumbrismo, esperpento, tradición, epopeya, Lope, Shakespeare, tragedia, drama psicológico, estética literaria...)
  • Interpretaciones sublimes (todo es perfecto, pero lo de Ramón Barea es digno de incorporar en los libros...)
  • Escenografía simplemente perfecta
  • Coreografías en escena deliciosas (los caballos y los perros humanos, difícil de olvidar...)
Mis más sinceras felicitaciones al Centro Dramático Nacional.  De las cosas más elegantes que he visto en mi vida.


Rubén Hernández

viernes, 24 de octubre de 2014

Emilia


Mi gusto por el teatro de origen argentino a veces me juega malas pasadas.  No creo que merezca la pena aguantar la absurda primera hora de función, para los 20 minutos finales donde, he de reconocer, los buenísimos actores consiguen mantenerte cercano a la angustia.  Se percibe a partes iguales la ansiedad de quien se niega a perder lo que obtuvo comprando, el tormento de quien no es capaz de vivir renunciando a las emociones a cambio de estabilidad, o el amor incondicional que profesa quien amamanta a sus crías.
He puesto en google Elisa Sanz escenógrafa y acaba de "escupirme" que tiene 5 premios Max.  Entiendo que no son por Emilia.

Rubén Hernández

lunes, 13 de octubre de 2014

L'encarregat


Siendo Harold Pinter uno de mis dramaturgos preferidos y pudiendo apreciar una muy buena construcción de personaje de Albert Pérez como indigente, la única opción válida para imputar el cargo del "castigo" al que sometí a mi acompañante del sábado es al director.
Gracias al juego improvisado de espiar a espectadores dando cabezazos de sueño logramos no caer presos en las garras de Morfeo.

Rubén Hernández

sábado, 4 de octubre de 2014

Al Galop


Cuando me preguntan acerca de si no me gustaría haberme dedicado profesionalmente a otra cosa, entre mis opciones siempre aparece la de haber sido editor de una revista de moda y tendencias.  En mi respuesta argumento mi admiración por la moda y la belleza, así como la vida que imagino vendría asociada a la profesión.  Pues esa vida, es exactamente la que tuvo Diana Vreeland.  Y si queréis saber en qué consiste, mejor que meterse en la sección de modapedia de vogue.es, es irse al teatro Akadèmia y ver a Carme Elies recreándola con su elegante interpretación.
Esta vez sí que quedo bien satisfecho de recuperar asignatura pendiente del curso pasado.

Rubén Hernández