Se me hace muy complicado esta publicación por motivos personales. Por los mismos motivos, no me queda otro remedio que hacerla.
La única razón por la que he ido a ver este taller del Institut del Teatre es porque sale Rubén.
No voy a comentar nada acerca de la rabia que me da ver a post-púberes queriendo llamar la atención desde las butacas emitiendo sonidos guturales que pretenden ser risas (especialmente cuando nada en escena las motiva realmente). No voy a comentar nada acerca del mérito que tienen los actores por ser analizados como si de actores profesionales se tratara cuando no dejan de ser estudiantes. No voy a comentar nada acerca de la suerte que tienen todos ellos de poderse formar en un centro que dispone de tantos recursos de las arcas públicas.
Por lo que respecta al texto, sí quiero comentar lo brillante que me resulta, la maravilla de legado que dejó Tenesse Williams y lo que me complace ver cualquier montaje basado en ellos. Este especialmente. Creo además que la propuesta que el director ha hecho es muy buena, y sobre todo permite a los alumnos finalizar sus estudios con un trabajo completo y supongo que satisfactorio.
Sí quiero comentar, sin extenderme demasiado, la actuación de Rubén.
Tu trabajo de los últimos años se ve materializado al fin. Has conseguido definir perfectamente un personaje sin apoyos excesivos de texto, de pistas de contexto, ni de particularidades físicas. Has interpretado en valenciano y en central, mientras tu cabeza no reparaba en si era castellano, catalán o chino. Me has emocionado. Para mí, ahora ya eres un actor, y tú, aunque te empeñes, no tienes 20 años.
Lánzate a comerte el mundo porque resulta infinitamente satisfactorio verte como yo te vi ayer. Regala al público tu profesión. Yo por lo menos, te seguiré siempre como espectador. Al menos eso sí puedo.
Se puede ver gratis en el Institut del Teatre hasta el domingo
Rubén Hernández