Viviendo como vivo justo enfrente de la nueva Sala Beckett, me daba igual con qué obra estrenaran. Me apunté además a la visita guiada previa a la función, donde casi logro reconciliarme con la fachada sin arreglar (han conseguido un interior del edificio precioso, funcional, con una brillante redistribución de elementos antiguos donde ha sido necesario para los nuevos usos, consiguiendo engañar totalmente haciendo pensar que siempre han estado en sus actuales emplazamientos).
Y llegó el momento de la función. Y tras pensar que quizá fue un poco arriesgado escoger un Benet i Jornet de los años 70, ver que algunos espectadores dormían, otros estaban deseando que acabara... debo decir que me gustó. Me gustó ver aquél teatro que de vez en cuando se veía en los orígenes de TV3. Me gustó ver esas cosas locas que se hacían en los 70 y los 80. Me gustó sentir ese gusto por la catalanidad cuando la discriminación positiva era más que necesaria. Me gustó reencontrarme con el teatro de la Beckett que, desde que en el Lliure programan tan maravillosamente bien, había dejado un poco de lado.
Andar escasos 5 metros para ir al teatro me va a hacer más que feliz.