Aprovecho mis visitas a Madrid para ver lo que José Martret y Alberto Puraenvidia van teniendo el buen gusto de programar en La Casa de la Portera. Me habían chivado algo sobre la obra de Miguel Albadalejo (que si estaba escrita para Lolita y Charo Reina, que si era muy divertida, que si era muy intensa...). Sabía de la complicidad que existe cuando Calvo y Martret se ponen el uno frente al otro, así lo demostraron en Taboulé. Así que, aterricé en la ciudad, dejé la maleta en casa y directo al la calle Abades número 24.
Las expectativas perfectamente cubiertas. Un trabajo fantástico de ambos actores, donde en ningún momento reparas en que las huérfanas tienen barba y cuerpo de hombre, ya sea de niñas inocentes, de maduras resabiadas o de relajadas ancianas. Destaco que, frente a lo intenso y quizá violento de según qué partes del texto, es imposible eliminar del ambiente la ternura de la unión entre dos personas. Dos personas que deciden ser compañeras de viaje, para cubrir aquéllo que la vida les negó desde pequeñas. Dos huérfanas que forman familia.
Rubén Hernández