El mismo día que me horroriza la retórica arcaica del presidente en funciones Rajoy, disfruto con el clásico de Calderón de la Barca, que por otro lado expone en castellano antiguo (obvio del Siglo de Oro) un trama actual. Cada vez soy más consciente de mis contradicciones, y lejos de negarlas, las analizo y disfruto. Siempre se dice que en la vida las cosas no son ni negras ni blancas, y que es en el gris donde debemos ubicarnos. Quizá yo abogue más por llenar mi vida de negro y blanco a igualdad de dosis. Y por supuesto color, mucho color. Y ver siempre que pueda los montajes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, especialmente si sale Carmelo Gómez, que me lo "ha hecho gosar" de lo lindo!.
Rubén Hernández
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