Lo de la semana pasada fue un "megamix" de lo más variopinto... aunque bien pensado, más bien mono-temático.
Empecé el miércoles con una nueva edición de El Desplume, al que ya dije que pienso ir siempre que pueda (y descubrírselo a todo el mundo que se me ocurra), esta vez, dedicado al mundo de la ópera. La gran Gilda Love relacionaba directamente la ópera con el París de principios de siglo XX, mezclándolo a su vez con la imagen más versallesca de la ciudad de las luces (para acabar contando sus "desvirgamientos" múltiples a la edad de 6 años).
El viernes me "atreví" con un Wagner nada "highlight", que a decir verdad, nada aportaba más allá de la siempre gustosa experiencia de ver una ópera en el Liceu.
Finalmente, y de manera bastante improvisada, mi primer (y no último) Sing Along con la que para mí es una de las mejores películas de mi tiempo. Como podrá suponer todo el que me conozca, me "hinché" de cantar y de hacer el notas. Y lloré al final, ¿qué pasa?
Rubén Hernández
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