Mi primer error al ir a ver esta obra de Beckett es no haberme documentado antes sobre su teatro del absurdo desde la vertiente filosófica-humanística. Mi segundo error es haber ido a ver a la Emma Vilarasau comercial a la que nos tiene acostumbrados. Mi tercer error es haber ido con cansancio acumulado al teatro. Mi cuarto y último error es haberme ido del teatro en el descanso.
Siempre he sido un apasionado del absurdo como estilo humorístico, y no descarto ahora el valorar el absurdo en su registro más profundo y dramático. Desde que fui a ver esta obra, sigo "pillado" por cómo la Vilarasau es capaz de transmitir tantas reflexiones profundas utilizando textos tan chorras.
Difícil de recomendar, sólo para espectadores avanzados y atrevidos.
Rubén Hernández
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