Creo que si tuviera que quedarme con una sala favorita de Barcelona, la Sala Beckett tendría muchos puntos para salir vencedora. Su apuesta constante por teatro de nuevo autor encaja muy bien con nuestros gustos escénicos.
En esta ocasión, acudo a ver (en muy buena compañía de alguien de mi pasado) algo de Jordi Oriol que había pasado anteriormente por el Temporada Alta. Seré muy sintético:
- Argumento idiota y facilón muy bien defendido por unos actores más que correctos, una escenografía chulísima tipo "concierto", música en directo que promete pero muy poco introducida en el montaje.
Rubén Hernández
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