Llevaba bastante tiempo sin ir al teatro, pero Anita Coliflor tiene todos los ingredientes que hacen que mi agenda pueda abrir hueco.
El texto en castellano, desafiando a los elementos adversos (subvenciones y demás).
La historia surrealista (al más puro estilo José Luis Cuerda) es una gozada. Fresca, absurda, con puntito de reflexión, puntito de amargura (aunque muy superficial)... demuestra que su autor no tiene miedo a no contar nada en especial, simplemente hacerte pasar un rato divertido... o eso creo yo.
El espacio, una delicia (no había estado aún en el Círcol Maldà, por Dios, ¡qué monada!)
La duración de la obra, la perfecta, algo más de una hora. Lo justo para que al salir te tomes esa cerveza tan reclamada por los pesonajes a lo largo de la función.
Los actores están bien, como siempre, algunos mejor que otros. Quizá fuera necesario mayor recorrido para que los personajes estén más construidos y sean más robustos. Quizá el efecto sea el deseado porque Anita Coliflor tenga más entregas, cosa que sería realmente novedosa a la par que deseable.
En esa segunda entrega, por favor, pido encarecidamente que se nos demuestre si Pol López tiene defecto en el habla o si bien prepara todos sus personajes con la misma cadencia verbal.
En definitiva, muy satisfactoria
Rubén Hernández
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