domingo, 2 de octubre de 2011

La Sonrisa Etrusca



Rubén es muy enemigo de ir a ver obras de teatro al teatro Goya.  Juntamente con Pasquale, opinan que allí se ve teatro para "tietes" catalanes (o lo que es lo mismo, teatro demasiado comercial que sólo gusta a señoras de más de 60 años que se arreglan "per anar al teiatre").
Cuando Rubén me dijo que quería ir a ver la Sonrisa Etrusca, acepté encantado, aunque sorprendido, pues la representación era en el Goya.  En Barcelona uno no siempre tiene opción de ver a Héctor Alterio sobre las tablas de un escenario, ya que difícilmente un argentino hace teatro en catalán.

Conocía ligeramente la novela, aunque reconozco que no la había leído.  Sabía que trataba sobre las vivencias y reflexiones de un abuelo que centra sus ilusiones en el futuro de su nieto.  Desconocía que existiera la adaptación teatral.  El cartel de Alterio acompañado de Julieta Serrano hacía presagiar un duelo interpretativo exquisito.

Como obra de teatro no vale nada.  Debería haberse montado únicamente con los dos personajes ancianos, permitiendo así al público disfrutar más con esos dos maestros ACTORES.  El casting de los personajes jóvenes lo debe haber hecho un familiar del personaje de la criada, de ahí que ella tenga un papel.  La escenografía en juego de imágenes es vistosa.

No es nada recomendable, la verdad

Rubén  Hernández

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