miércoles, 16 de marzo de 2016

Amores minúsculos


Ni me gustan las comedias, ni me gustan las obras de teatro con maricas guapos para maricas salidos (ya lo he comentado mil veces, lo sé).  Acudir a ver esta obra nada tiene que ver con un guilty pleasure ni con una contradicción.  Tiene que ver más bien con dos preciosidades que me robaron el corazón desde el primer momento:  El primer libro de Alfonso Casas y mi marido.  Alfonso es un conocido de esos a los que siempre querrías ver más pero que al menos puedes frecuentarlo en ese nuevo entorno social que son las redes.  Me cautivó el corazón con su libro Amores Minúsculos (y con su conocimiento de los temas de Merche), de ahí que fuera obligado para mí ver la versión teatral de éste.  Mi marido no acostumbra a acompañarme al teatro y en cuanto se enteró que traían a Barcelona el éxito del off-madrileño de la pasada temporada, me sugirió que querría verlo.  Me faltó tiempo para fijar el plan.
La obra te hace pasar un buen rato, en tanto en cuanto que recuerda exactamente al libro.  De los actores destaco a Adela Silvestre, con gran vis cómica, a Cristian Valencia, con profesión a las espaldas, y a Dodi de Miquel, con una manera de interpretar bastante intrigante.

Rubén Hernández

jueves, 3 de marzo de 2016

El alcalde de Zalamea


El mismo día que me horroriza la retórica arcaica del presidente en funciones Rajoy, disfruto con el clásico de Calderón de la Barca, que por otro lado expone en castellano antiguo (obvio del Siglo de Oro) un trama actual.  Cada vez soy más consciente de mis contradicciones, y lejos de negarlas, las analizo y disfruto.  Siempre se dice que en la vida las cosas no son ni negras ni blancas, y que es en el gris donde debemos ubicarnos.  Quizá yo abogue más por llenar mi vida de negro y blanco a igualdad de dosis.  Y por supuesto color, mucho color.  Y ver siempre que pueda los montajes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, especialmente si sale Carmelo Gómez, que me lo "ha hecho gosar" de lo lindo!.

Rubén Hernández