miércoles, 9 de noviembre de 2011

CONCHA Yo lo que quiero es bailar



Todo el mundo que me conoce, lo sabe.  Soy un fan de Concha Velasco en toda regla.  Para mí, la mejor actriz en activo de este país.  Y tengo la suerte de que Focus haya considerado que Concha y el Goya son un buen tandem.  Esta vez, como todas, primera fila.

El espectáculo inicia pareciendo un club de la comedia con famosos (en concreto, Concha), algo ya bastante caducado y sólo ameno para los mayores fans.  El buen hacer de Concha, su carisma, su larga trayectoria plagada de experiencias, sus piernas siempre-bonitas, y sus ojos (por favor, Concha, que nunca dejen de brillarte los ojos como lo hacen), convierten el espectáculo en una delicia de la que todo el mundo va a salir satisfecho.

Ni Liza Minelli, ni Judy Garland, ni Shirley Maclaine, ni Liz Taylor, ni Maggie Smith, ni Judy Dench.... la más grande para mí es Concha Velasco

Rubén Hernández

viernes, 4 de noviembre de 2011

DOGVILLE


La película de Lars Von Trier en la que está basada la obra de teatro me fascinó.  Partiendo de este punto, acudir al Romea en los poquitos días en que se iba a escenificar la ganadora del último premio Max al mejor espectáculo revelación me auguraba pasar un buen rato.

La historia es tan marcada, que no dejaba demasiadas oportunidades para innovar.  En un principio, creí haber visto exactamente lo mismo que en la película, pero tras mis reflexiones compartidas con Rubén (sí, escribo yo siempre, pero tras comentar la obra un mínimo de dos veces con mi marido) cambié de opinión.  Si bien la película desarrolla cada una de las relaciones de la protagonista con los habitantes de la cruel ciudad en la más estricta intimidad, aquí las relaciones son mucho más públicas, cosa que las convierte en si cabe, aún más duras.

Las interpretaciones son bastante correctas.  La música en directo en escena quizá sea algo ya un poco visto.  En cualquier caso, gusta ver sobre las tablas la adaptación de una película, pues quizá estamos más acostumbrados a ver lo inverso.

Rubén Hernández